Las feministas ya no luchan contra la discriminación de la mujer ni buscan la igualdad con el varón.
Son ellas las primeras en difundir toda clase de publicidad y mitos misándricos (odio al hombre) y en alimentar la discriminación al repetir constantemente que las mujeres son mejores que los varones en muchas de las facetas humanas.
Su consigna es demostrar la superioridad del sexo femenino sobre el masculino y lograr que las condiciones sociales sean de privilegios para la mujer.
A este tipo de mujeres hay que denominarlas “Hembristas”. Porque así como el que discrimina a la mujer creyendo que el macho es superior, es un machista; la que discrimina al hombre pensando que la hembra es mejor, es una hembrista.
Sin embargo, no es políticamente correcto hablar de ello por lo que se ha convertido en un tema tabú y como las mujeres constituyen un sector muy reaccionario a la crítica de género, ningún político ni medio de comunicación sensato se atreve a mencionarlo, ya no digamos que constituyen mas de la mitad del electorado.
Contra el discurso hembrista es difícil defenderse porque sus ideas se han convertido en dogmas y tras décadas de adoctrinamiento han penetrado en la mente de las personas.
Si no fuera por esto, podría apreciarse claramente la falsedad de dicho discurso. Un discurso que no es más que un engaño, porque presentar a la mujer como una víctima impotente de la sociedad machista es una de las más grandes mentiras que se han difundido jamás.
Si vemos la realidad completa, observaremos que la situación es anti masculina. La Misandria; que es el odio a los hombres, a la hombría y a la paternidad, ha penetrado en todos los ámbitos de la sociedad, incluso el legal.
Existe una guerra ideológica contra los hombres y los varones ni siquiera han tomado conciencia de ello.
Por consiguiente, si luchar contra la discriminación femenina es característico del feminismo y deber de todas las mujeres; luchar contra la discriminación masculina es propio del “masculinismo” y deber de todos los hombres.
Lo lamentable es que el destrozo a la verdadera equidad de género avanza cada día y la manipulación hacia la mujer y muchos hombres es evidente, sin apreciar que están siendo utilizados por la doble moral de la filosofía hembrista.
Una doble moral que no busca la equidad de género sino privilegios de género.
Nuestra sociedad maltrata a los varones ante el silencio y complicidad de todos. El hombre está siendo vilipendiado por las hembristas que utilizan los medios de comunicación y a políticos demagogos para presentar al varón como un ser egoísta e insensible, casi un mal necesario.
A todo esto, los hombres permanecen callados, y con su complacencia están permitiendo que las mujeres se conviertan en una especie de “vacas sagradas”.
Quien se atreve a criticarlas es rápidamente satanizado de machista, en un afán por desacreditar sus argumentos. Son los herejes de nuestro tiempo.
Lo cierto es que las mujeres son el grupo más consentido y con mayores privilegios que existe; disfrutando de un nivel de comodidad, salud y poder nunca antes visto, con más derechos que los hombres pero no sus mismas obligaciones.
Sin embargo se siguen quejando, y a través del victimismo consiguen privilegios sociales.
Las feministas ya no luchan contra la discriminación de la mujer ni buscan la igualdad con el varón.
Son ellas las primeras en difundir toda clase de publicidad y mitos misándricos (odio al hombre) y en alimentar la discriminación al repetir constantemente que las mujeres son mejores que los varones en muchas de las facetas humanas.
Su consigna es demostrar la superioridad del sexo femenino sobre el masculino y lograr que las condiciones sociales sean de privilegios para la mujer.
A este tipo de mujeres hay que denominarlas “Hembristas”. Porque así como el que discrimina a la mujer creyendo que el macho es superior, es un machista; la que discrimina al hombre pensando que la hembra es mejor, es una hembrista.
Sin embargo, no es políticamente correcto hablar de ello por lo que se ha convertido en un tema tabú y como las mujeres constituyen un sector muy reaccionario a la crítica de género, ningún político ni medio de comunicación sensato se atreve a mencionarlo, ya no digamos que constituyen mas de la mitad del electorado.
Contra el discurso hembrista es difícil defenderse porque sus ideas se han convertido en dogmas y tras décadas de adoctrinamiento han penetrado en la mente de las personas.
Si no fuera por esto, podría apreciarse claramente la falsedad de dicho discurso. Un discurso que no es más que un engaño, porque presentar a la mujer como una víctima impotente de la sociedad machista es una de las más grandes mentiras que se han difundido jamás.
Si vemos la realidad completa, observaremos que la situación es anti masculina. La Misandria; que es el odio a los hombres, a la hombría y a la paternidad, ha penetrado en todos los ámbitos de la sociedad, incluso el legal.
Existe una guerra ideológica contra los hombres y los varones ni siquiera han tomado conciencia de ello.
Por consiguiente, si luchar contra la discriminación femenina es característico del feminismo y deber de todas las mujeres; luchar contra la discriminación masculina es propio del “masculinismo” y deber de todos los hombres.
Lo lamentable es que el destrozo a la verdadera equidad de género avanza cada día y la manipulación hacia la mujer y muchos hombres es evidente, sin apreciar que están siendo utilizados por la doble moral de la filosofía hembrista.
Una doble moral que no busca la equidad de género sino privilegios de género.
Nuestra sociedad maltrata a los varones ante el silencio y complicidad de todos. El hombre está siendo vilipendiado por las hembristas que utilizan los medios de comunicación y a políticos demagogos para presentar al varón como un ser egoísta e insensible, casi un mal necesario.
A todo esto, los hombres permanecen callados, y con su complacencia están permitiendo que las mujeres se conviertan en una especie de “vacas sagradas”.
Quien se atreve a criticarlas es rápidamente satanizado de machista, en un afán por desacreditar sus argumentos. Son los herejes de nuestro tiempo.
Lo cierto es que las mujeres son el grupo más consentido y con mayores privilegios que existe; disfrutando de un nivel de comodidad, salud y poder nunca antes visto, con más derechos que los hombres pero no sus mismas obligaciones.
Sin embargo se siguen quejando, y a través del victimismo consiguen privilegios sociales.
Las feministas ya no luchan contra la discriminación de la mujer ni buscan la igualdad con el varón.
Son ellas las primeras en difundir toda clase de publicidad y mitos misándricos (odio al hombre) y en alimentar la discriminación al repetir constantemente que las mujeres son mejores que los varones en muchas de las facetas humanas.
Su consigna es demostrar la superioridad del sexo femenino sobre el masculino y lograr que las condiciones sociales sean de privilegios para la mujer.
A este tipo de mujeres hay que denominarlas “Hembristas”. Porque así como el que discrimina a la mujer creyendo que el macho es superior, es un machista; la que discrimina al hombre pensando que la hembra es mejor, es una hembrista.
Sin embargo, no es políticamente correcto hablar de ello por lo que se ha convertido en un tema tabú y como las mujeres constituyen un sector muy reaccionario a la crítica de género, ningún político ni medio de comunicación sensato se atreve a mencionarlo, ya no digamos que constituyen mas de la mitad del electorado.
Contra el discurso hembrista es difícil defenderse porque sus ideas se han convertido en dogmas y tras décadas de adoctrinamiento han penetrado en la mente de las personas.
Si no fuera por esto, podría apreciarse claramente la falsedad de dicho discurso. Un discurso que no es más que un engaño, porque presentar a la mujer como una víctima impotente de la sociedad machista es una de las más grandes mentiras que se han difundido jamás.
Si vemos la realidad completa, observaremos que la situación es anti masculina. La Misandria; que es el odio a los hombres, a la hombría y a la paternidad, ha penetrado en todos los ámbitos de la sociedad, incluso el legal.
Existe una guerra ideológica contra los hombres y los varones ni siquiera han tomado conciencia de ello.
Por consiguiente, si luchar contra la discriminación femenina es característico del feminismo y deber de todas las mujeres; luchar contra la discriminación masculina es propio del “masculinismo” y deber de todos los hombres.
Lo lamentable es que el destrozo a la verdadera equidad de género avanza cada día y la manipulación hacia la mujer y muchos hombres es evidente, sin apreciar que están siendo utilizados por la doble moral de la filosofía hembrista.
Una doble moral que no busca la equidad de género sino privilegios de género.
Nuestra sociedad maltrata a los varones ante el silencio y complicidad de todos. El hombre está siendo vilipendiado por las hembristas que utilizan los medios de comunicación y a políticos demagogos para presentar al varón como un ser egoísta e insensible, casi un mal necesario.
A todo esto, los hombres permanecen callados, y con su complacencia están permitiendo que las mujeres se conviertan en una especie de “vacas sagradas”.
Quien se atreve a criticarlas es rápidamente satanizado de machista, en un afán por desacreditar sus argumentos. Son los herejes de nuestro tiempo.
Lo cierto es que las mujeres son el grupo más consentido y con mayores privilegios que existe; disfrutando de un nivel de comodidad, salud y poder nunca antes visto, con más derechos que los hombres pero no sus mismas obligaciones.
Sin embargo se siguen quejando, y a través del victimismo consiguen privilegios sociales.