Muchos creen que las plantas no tienen sentimientos, no son inteligentes y cuando se las matan no les duele y no sienten nada. Pues un señor llamado Cleve Buckster estaba sentado en su casa y vio una enorme planta. De repente se le ocurrió colocarle a la planta un polígrafo a una de sus hojas. Como es normal, el polígrafo no detectaba nada y daba una línea recta. Pero se le ocurrió la idea de acercar una cerilla con intención de quemar la planta. Lo que pasó fue sorprendente, el polígrafo marcaba que la planta estaba «nerviosa», el polígrafo decía que la planta tenía miedo a que la quemasen, pero cuando el hombre repitió el mismo proceso pero sin intenciones de quemar la planta, esta no mandaba indicios de nerviosismo. Más tarde Buckster cortó un trozo de hoja a otra planta y le puso el polígrafo. La planta no marcaba nada, el científico salió de la habitación y al volver la planta se puso nerviosa. Solo con la presencia del que le había dañado.