Cada vez más gente percibe el engaño, la corruptela. Cada vez es más evidente que las promesas que nos hicieron sobre los beneficios y la necesidad de estos pinchazos han resultado una mentira que escondía fines destructivos para el ser humano. Los enemigos de la humanidad han secuestrado la vida política, los medios de comunicación, la sanidad, la justicia, la Iglesia... Y ya somos muchos los que no hemos despertado de esa pesadilla. Ahora queda poder ofrecer una ALTERNATIVA de vida frente a lo que programa la agenda 2030 para nosotros. La pregunta correcta no es qué podemos hacer sino ¿QUÉ ESTOY HACIENDO? Tienes la solución en tu mano.

Diferentes modos se postulan para estar sanos. Yo, como médico, aprendí lo que me enseñaron en la Facultad de Medicina y estoy relativamente satisfecho con los resultados que logra esa ciencia. Pero lo importante no es que yo esté satisfecho: lo está un elevado porcentaje de los pacientes a los que trato. Y eso es lo que me hace ser defensor, contra viento y marea y a pesar de los pesares, de la ciencia médica. De sobra hemos comentado a lo largo de los dos últimos años las severas injerencias que el arte médico ha sufrido y padece por intereses espurios de la industria farmacéutica, cómo se ha degradado el principio ético del "primum non nocere" y hacer prevalecer la salud del paciente y el respeto a su decisión por encima de todo. Y eso hace de mi empeño un doble esfuerzo: rescatar lo que hay de útil y beneficioso en esa ciencia y recuperar la confianza de quienes fueron traicionados. Incluso hay una barrera más contra la que debo advertir al público: la crisis ha propiciado la emergencia de diferentes métodos que se postulan como útiles, convenientes, necesarios y hasta imprescindibles para tener buena salud. Yo no voy a hablar de lo que no sé ni voy a promocionar lo que ignoro. Con ello no digo, insisto, que no haya otros métodos de sanar o recuperar la salud o mantenerla: digo que no son del ámbito de mi conocimiento ni forman parte del interés inicial de este proyecto cuyo objetivo es que los pacientes vuelvan a encontrarse con los médicos, los médicos titulados, que mantienen junto a su ciencia, sus principios deontológicos.

Como no podía ser de otro modo, este vídeo que tres veces ha censurado YouTube llega al canal de Odysee para que en lugar de censurarlo la gente que lo vea se informe y exponga su parecer, determine sus críticas, aclare sus dudas y entre todos lleguemos a saber qué ha pasado en España (y por extensión, en el resto del mundo) para engañarnos de esa manera. La verdad siempre sale a relucir, por más que se intente cegar los cauces de difusión de la información contrastada. Basta de censura.

No sé si la pregunta se podría cambiar por "¿Cuánto vale ser bueno?" En ambos casos se abre el debate de qué es lo bueno y lo ético, algo que en los tiempos descreídos que vivimos incita una mueca de sonrisa cínica. Pero ¿quién quiere ser bueno en nuestros días? ¿Eso no es de panolis?. Además ¿qué es eso de ser bueno? Es verdad que hoy en día las virtudes están degradadas por que lo bueno es ser "espabilao" y engañar todo lo posible a los demás. Las virtudes tradicionales en los tiempos de mediocridad no cotizan, antes bien parecen obstáculos para medrar, de manera que el que desea medrar en esta sociedad ha de hacer virtuosos los vicios. Sin embargo, algo extraño sucede con la ética. Así como los malos llegan hacer alarde de sus vicios y presentarlos como apetecibles, con la ética los malos no se atreven a sostener que su postura no sea ética: simplemente cambian la ética, la desmoralizan, la prostituyen... y así se erigen en los más férreos defensores de la "nueva ética". Nadie presume de no llevar una conducta ética: lo que hace es cambiar el contenido de lo que era ético. En lo más profundo del ser humano siempre quedará el criterio que nos hace ver en la conducta de los demás si hay o no empatía con los demás seres humanos. Una empatía que arraiga el la concepción de persona que uno tenga, porque en ese núcleo y no en otro, es donde ha de descubrir la dignidad del ser humano, su derecho a ser respetado. Nadando contra corriente, una noche más, creando una sociedad de hombres libres.