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LBRY Claims • Madurez-emocional

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1 Nov 2022 19:07:16 UTC
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Madurez emocional
La enfermedad es la palabra no dicha. Poder acceder a las emociones ocultas y a nuestra verdadera historia nos protege de trastornos y enfermedades. La verdad tiene poder de curación. El amor es un estado del ser que ilumina y es creador. Desde pequeños aprendemos a reprimir nuestras auténticas emociones por tabú, por conveniencia social, por educación, por creencias familiares o por principios religiosos. Hemos sido educados para ser hipócritas: se nos enseña a expresar las emociones “correctas socialmente” que nos alejan, muchas veces, de los verdaderos sentimientos que albergamos. Y ni siquiera se tiene idea del enorme sacrificio emocional que se asume ocultando la verdad.

Las emociones y los sentimientos son los que nos permiten comunicarnos, es el lenguaje de lo vivo y de lo humano.Y no son sólo los sentimientos “positivos”, bellos, complacientes los que nos permiten estar vivos, los que dan profundidad a nuestra existencia o nos proporcionan ideas decisivas, sino los que a menudo nos resultan incómodos y que preferimos evitar como la impotencia, la vergüenza, la envidia, los celos, la confusión, la rabia y la tristeza. Más tarde, ya de adultos, la gran mayoría experimenta un vacío emocional –al que muchos llaman vacío existencial– y no logran darse cuenta de que es la corrosiva consecuencia de ese destino inicial

Estamos programados para tener miedo y los miedos anulan nuestro poder desde la niñez. Los efectos de una educación basada en el miedo aparecerán ineludiblemente en la vida adulta y en el entramado social. La rabia, la culpa, la ira, el resentimiento, la sumisión, el ansia de poder y la crueldad son hijas del miedo. Por miedo nos sometemos, por miedo sojuzgamos, por miedo adoramos ídolos o demonizamos a los que no nos complacen, por miedo nos sacrificamos inútilmente o inmolamos a los que nos circundan, por miedo callamos nuestra propia verdad o acomodamos nuestra conciencia a mentiras reconfortantes.

Vivimos en una sociedad profundamente dependiente, adicta y violenta. Es la proyección de todos nuestros miedos. La manipulación política y mediática del miedo es el arma de los poderosos para domesticar a la gente.

Vivimos la vida con una gran dependencia emocional, estamos a la espera de que “algo” o “alguien” nos “salve” de lo que simplemente se encuentra en nosotros mismos. Vivimos alimentándonos de miedo y de impotencia y de allí, obviamente, se derivan múltiples trastornos y enfermedades. Uno de los grandes bloqueos que nos impiden evolucionar es el del victimismo: creer que la causa de todos nuestros males siempre está afuera y en los demás.

Donde hay dependencia hay adicciones y conductas violentas. ¿Por qué? Porque la dependencia está basada en la dominación, en el control y en el miedo. Donde hay dependencia no hay amor –aunque culturalmente se acostumbre a disfrazar de “amor” relaciones basadas en el sufrimiento propio del afán de poseer y dominar–. La sumisión destroza la dignidad y genera terror en los vínculos. Muchos creen poder escapar de tanto dolor con la ayuda de drogas o conductas destructivas pero acaban experimentando una soledad absoluta.

¿Qué vida estamos viviendo? ¿La nuestra o la de los demás? Podemos elegir seguir siendo “víctimas” o ser maestros de nuestra propia vida. Personas adultas y maduras conforman una sociedad adulta y madura, lo suficientemente autónomas como para tomar conciencia de que son ellas la solución al problema.
¿Por qué importa el amor?
La mayoría ha experimentado la recompensa y no el amor. ¿Cómo se puede amar de verdad cuando se necesita tanta aprobación de los demás? ¿Por qué mucha gente sigue aferrada a la idea de que para ser aceptada por los otros es inevitable la deslealtad con uno mismo?

La necesidad esencial de todo ser humano es poder articular libremente sus sentimientos y necesidades y, sólo así, dejar de ser un enigma para sí mismo. Vivir de forma responsable con nuestros sentimientos, sin negarlos, es la base de una relación sana y auténticamente amorosa. Podemos elegir cómo vivir y no dejarnos llevar por nuestras cargas emocionales inconscientes, que nos mantienen presos del miedo ante la verdad.

Nunca es demasiado tarde para aprender y buscar soluciones creativas a los conflictos. Para romper las pesadas cadenas de dolor y sufrimiento es necesario enfrentarse con la verdad, con la propia verdad emocional. El conflicto persiste cuando uno no aprende. O nos resistimos o aprendemos.

La verdadera tragedia de una persona es no conocer los sentimientos propios, temerlos, y la incapacidad de comprender las vitales conexiones entre ellos. Todos nacemos con una fuerte y clara necesidad de conservar nuestra vida y de poder amar y ser amados.


El amor es un estado del ser: o nos sentimos unidos a todo o nos sentimos separados de todo. Entonces, nuestro poder creador pasa por la vida como una verdadera bendición que ilumina y nos conecta con las infinitas posibilidades de todos y de cada uno de nosotros. www.revistacriterio.com.ar
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