Noveno filme de la serie protagonizada por James Bond, y segunda con Roger Moore caracterizando al agente 007. La película arranca en Londres, cuando el M16 recibe una bala de oro con el código 007 en su superficie. Todos los indicios apuntan a que ha sido enviada por el célebre asesino Francisco Scaramanga, que utiliza una pistola de oro como arma identificativa y les ha mandado tan macabro regalo con la intención de intimidar al agente. Al considerarse como una amenaza directa contra la vida de 007, M releva a Bond de una misión que gira en torno a los trabajos de un científico llamado Gibson, quien es más que probable que disponga de información crucial para resolver la crisis energética con luz procedente del sol. Sin embargo, extraoficialmente Bond se empeñará en dar con el paradero de Scaramanga, quien parece tener muchas cosas en común con el agente 007 y al cual, sin embargo, no le resulta necesaria tener una licencia para matar. Bond se verá inmerso en un constante duelo de ingenio y habilidad con un enemigo como nunca antes había visto.

Un periodista británico que intenta entrevistar a Edgar Allan Poe durante la visita que el escritor americano hace a Londres termina liado en una curiosa apuesta. Un noble llamado Lord Blackwood le desafía a pasar esa noche (la de difuntos) en una de sus propiedades: una mansión supuestamente embrujada. De la que, por cierto, no ha salido vivo ninguno de los que, con anterioridad, han intentado hacer lo mismo. Como es natural, el periodista acepta el reto.