Un anciano bondadoso crió a un ternerillo cuando la madre de este murió, años más tarde, el ternerillo, convertido en un magestuoso toro le salvó la vida. ... https://www.youtube.com/watch?v=hbN0j1RZiPc
EL GALLO Y EL MARRANO DEL ABUELO
Después de la muerte por accidente de gringasho, el abuelo había quedado devastado, no quería saber más de animales, no podía entender, cómo es que había podido acabar con la vida de su engreído, tanto lo había cuidado para que terminara así, cada vez que se acordaba se lamentaba.
Por más que yo buscaba la forma de entretenerlo con algo, siempre tenía que terminar acordándose. Y es que el marrano este, había dejado un vacío muy grande, no sólo en el abuelo, si no entre todos los animales, es que fue el único en su especie en el corral. Ya no se escuchaba en las madrugadas su irritante gruñido, ni el abuelo tenía a quien llamar antes de irse a dormir, lo más triste era que ya no había quien lo esperara cuando fatigado regresaba del trabajo, sin duda alguna se hacía extrañar.
Tanto era el dolor del abuelo que después de que el vecino llevó a la marrana y a sus crías para su corral, no quiso comer más chicharrón, con el transcurso de los días fue regalando a quienes pasaban por allí. Cuando terminó todo se prometió no encariñarse más con ningún animal.
Pasado un buen tiempo, el abuelo había logrado reponerse, gringasho ya era parte del recuerdo.
En una mañana fresca, cuando el abuelo afilaba su machete en una piedra, le sorprendió un saludo por la espalda.
–Buenos días don Luchito.
El abuelo sorprendido volteó.
Era el vecino Holgado, que tiempos corridos volvía a visitar al viejo solitario. El abuelo podía haber esperado la llegada de cualquier otro, menos de su vecino, como era un viejo caminante del lugar había cruzado el aguajal sin hacer ruido para sorprender al abuelo.
–¿Cómo estás Marcos? –contestó el saludo –¿qué te trae por aquí?
–Verá pues don Luchito, después de tiempo estoy volviendo.
Traía una mochila, el cual puso sobre el borde del entablado y un costal con algo, que al parecer se movía.
–Le traje pancito y cafecito don Luchito –decía mientras abría la mochila para entregárselo.
–Muchas gracias, respondía el abuelo con pequeña sonrisa –Pero no te quedes ahí, ya que has venido será motivo para tomarnos un café, pasa –le decía, encaminándose a la cocina.
Como cualquier hombre de campo, era el abuelo generoso y hospitalario, pero sensato y precavido a la vez. En su pobreza y ajetreada vida no cabía el rencor, la envidia ni la hipocresía, pero eso sí, no se confiaba de nada ni de nadie.
Mientras conversaban preparó y sirvió el café al recién llegado, quien lo recibió con gratitud al momento que le comunicaba la verdadera razón de su visita.
–Verás don Luchito –continuaba hablando el visitante –te he traído algo más.
–¿Y qué es pues?
Por temor a ser rechazado, trataba el hombre de entrarle de manera sut
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MHILIVETR FRANCISCO RODRIGUEZ UTIA: Nació en el centro poblado de Santa Elena, capital del distrito de Alto Tapiche, provincia de Requena, del departamento de Loreto el 16 de noviembre de 1951; fue el mayor de los tres hijos que tuvo el hogar formado por don José Ladislao Rodríguez Noriega, natural de Contamana y doña Melita Utia Jiménez, natural de Santa Elena.
#AngelRuizelgatopancho
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https://www.youtube.com/watch?v=FJsn1sInqek
Hace mucho tiempo vivían en un pueblo dos hombres que se llamaban igual: Se llamaban Francisco. Y como a los Franciscos les dicen Pancho, los vecinos para diferenciarlos a uno le decían Panchito y al otro Pancho. El que llamaban Pancho tenía cuatro burros y el que llamaban Panchito tenía solo uno.
Durante toda la semana, Panchito tenía que arar para Pancho, y prestarle su único burro. Pancho prestaba al otro sus cuatro burros, pero sólo los domingos.
Los domingos Panchito usaba el látigo con fuerza para que los cinco burros trabajaran más para aprovechar el único día que los tenía.
-¡Oho! ¡Vamos a trabajar mis burros! -arreaba un día Panchito para hacer notar a la gente que pasaba que tenía cinco burros bien trabajadores.
#elburrodepanchito
#angelruiz
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https://www.youtube.com/watch?v=T1QPzaM-75o
Hermoso poema de el Hondureño Ramón Ortega, "Verdades Amargas", recitado por y al estilo de el Gato Pancho.
Yo no quiero mirar lo que he mirado
a través del cristal de la experiencia...
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