ORGULLO, AMBICIÓN Y PODER. EZEQUIEL 28:12 Hijo de hombre, entona este canto fúnebre para el rey de Tiro… 14 Yo te ordené y te ungí como poderoso ángel guardián. Tenías acceso al monte santo de Dios y caminabas entre las piedras de fuego. 15 Eras intachable en todo lo que hacías, desde el día en que fuiste creado hasta el día en que se encontró maldad en ti. 16 Tu abundante comercio te llevó a la violencia, y pecaste… 17 Tu corazón se llenó de orgullo debido a tu gran belleza. Tu sabiduría se corrompió a causa de tu amor por el esplendor… 18 Profanaste tus santuarios con tus muchos pecados y tu comercio deshonesto. Entonces hice brotar fuego de tu interior y te consumió. Te reduje a cenizas en el suelo a la vista de todos los que te miraban. 19 … llegado a un final terrible, y dejarás de existir”. NTV. La belleza, el poder y las riquezas, pueden llegar a corromper la integridad de las personas, ya que estos tres aspectos son tan poderosos que poco a poco van nublando el buen juicio que tienen las personas, hasta el punto de apoderase completamente de sus pensamientos y acciones. Dominados por la belleza, el poder y las riquezas, se olvidan de caminar por los senderos de la justicia y la rectitud demandados por el eterno Creador. Al apartarse de la voluntad de Dios, se dejan llevar por los impulsos de su naturaleza pecaminosa, y pervierten completamente sus vidas hasta quedar atrapadas en ellas. Precisamente esto ocurrió con el rey de la ciudad de Tiro, una ciudad que había sido bendecida grandemente por el eterno Creador del mundo. El Señor de los Ejércitos Celestiales, le dio una enorme sabiduría y capacidad para el comercio al monarca de la ciudad de Tiro. Gracias a estas dádivas dadas por el Señor, la ciudad bajo el mando del monarca, rápidamente prosperó en gran manera, y llegó a ser una de las ciudades más hermosas de toda la región. Además, su sabiduría para el comercio, hizo que alcanzara tal grado de perfección, que convirtió a la ciudad de Tiro prácticamente en otro Edén. Un lugar en semejanza al huerto en el cual Dios había puesto a los primeros habitantes de este mundo. La riqueza de Tiro, incluía toda clase de piedras preciosas imaginables. El éxito financiero y comercial, era tan fantástico que parecía como si la ciudad hubiera estado destinada a la riqueza desde el mismo comienzo de su existencia. La ubicación de Tiro era tan segura que se podía proteger a ella misma y a todo lo que dependiera de ella, cual si fuera un querubín protector. La ciudad parecía estar tan segura como si estuviera situada sobre el santo monte del Señor de los Ejércitos Celestiales, protegida por piedras de fuego, es decir, por una muralla de fuego que rodeaba toda la ciudad. Ante la vista de sus enemigos, las murallas protectoras de la ciudad parecían impenetrables. La gran hermosura y prosperidad de la ciudad, fueron consecuencias de su justicia y honestidad, pero con el pasar de los tiempos, estos atributos fueron reemplazados por la corrupción, ya que pasó de ser una ciudad justa e intachable, a ser una ciudad corrupta, que se dejó llevar por la ambición y el deseo de gobernar a todo el mundo. El comercio abundante le llevó a la violencia, además, su corazón se llenó de orgullo debido a su gran belleza. Su sabiduría se corrompió a causa de su amor por el esplendor, y no conforme con eso, profanó los santuarios con muchos pecados y el comercio deshonesto. Todo esto hizo que el Señor, dictara su sentencia contra el monarca y toda la ciudad. Esta sentencia de destrucción fue pronunciada por el profeta Ezequiel a manera de un canto fúnebre. La súbita caída de Tiro, sería utilizado por el Señor como un ejemplo para las otras naciones del mundo que se enorgullecieran por su hermosura y su poder. Queridos hermanos. El Señor otorgó una gran sabiduría al rey de la ciudad de Tiro, gracias a esta sabiduría, hizo de la ciudad, una de las ciudades más prósperas de la región. El intercambio comercial con las otras naciones, le dejo grandes réditos económicos, tanto que le sirvieron para embellecer la ciudad con toda clase de piedras preciosas. Al a ver convertido a la ciudad, en una ciudad comercial metropolitana moderna, el rey se dejó dominar por el orgullo, la ambición y el poder, haciendo así a un lado la justicia que había practicado en su inicio al frente de la ciudad. Estos pecados fueron las causantes del juicio de Dios contra él y la ciudad. Hermanos. El orgullo, la ambición y el poder, están tan extendidos entre nosotros hoy en día como lo estuvo en Tiro. Aunque estos deseos estén arraigados en lo más profundo de nuestro ser, no debemos permitir que estas nos dominen, en su lugar debemos enfocarnos en nuestra vida espiritual, ya que un énfasis exagerado en los deseos de este mundo desplaza a Dios de la posición que le corresponde en nuestro corazón, pero un énfasis en nuestra vida espiritual nos acercará más a Él y nos alejará de toda condenación futura. ... https://www.youtube.com/watch?v=sJlH9TCiWtQ

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