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El mito del judaísmo de Cristo. Joaquín Bochaca. “La verdad es lo que se hace creer”, decía Voltaire. Hoy, es una de esas verdades el judaísmo de Cristo. “Jesucristo fue judío”, es una frase que, pronunciada sólo hace un par de siglos atrás le habría podido costar a su autor el incurrir en los rigores de la Inquisición. Hogaño, esta frase, a fuerza de ser repetida, impresa y oralmente, millones de veces, se ha convertido en un axioma, en un lugar común, en algo tan indudable, que, si aún se repite a menudo es casi con el único objetivo de servir de escudo o de fianza moral a tal o cual grupo de judíos, para precaverse de la reacción de los no-judíos contra sus métodos comerciales, políticos o sociales. Cuando alguien dice, por ejemplo, que los inventores y la inmensa mayoría de propagadores del comunismo son judíos, que judíos son en abrumadora mayoría los miembros de la estafa internacional de la finanza y que también lo son - y lo fueron - tal o cual traficante de pornografía, estafador, criminal crapuloso, Ginzberq, Stavisky, Caryl Cheesmann, etc., en vez de replicar con argumentos lógicos y coherentes - como puede evidentemente hacerse, con mayor o menor fortuna - un enjambre de piadosos clérigos y bondadosos seglares os dirán, con unción que “también nuestro Señor, Jesucristo, fue judío.” Y lo que más nos sorprende es que, en insólita vecindad con esos píos personajes, y haciendo coro con ellos, se hallan los anti-cristianos por definición, ateos, comunistas y toda la variada fauna de compañeros de viaje. En realidad para un cristiano y, concretamente, católico, Jesucristo no pudo ser judío. El católico que tildare de judío a Cristo cometería una herejía. Por lo menos, mientras que un nuevo concilio súper-aperturista no modificare el Credo y, allí donde durante siglos se ha dicho “concebido por obra y gracia del Espíritu Santo”, se mandará decir, por ejemplo, “concebido por obra y gracia de Samuel Levy.” Un judío, según el Talmud, según la legislación del actual Estado de Israel, y según seis años de tradición universalmente conocida, es descendente de un judío y de una judía. Para el creyente, Jesucristo es hijo de Dios, no de un hombre. Esto deja zanjado el asunto para el católico y para la mayoría de protestantes de buena fe. Humanamente hablando, sólo puede considerarse judío a Jesucristo partiendo de indemostrados prejuicios o arropándose en la más crasa ignorancia. Es sabido que Cristo era galileo. La palabra Galilea (de Gelil haggoyim) significa textualmente distrito de paganos.
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