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14 Oct 2020 02:08:47 UTC
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Sacrificio
MES DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE
Día 29 de julio de 2021.
En el Santo Sacrificio de la Misa se ofrece cada día la Preciosísima Sangre de Jesucristo por los mismos fines que fue ofrecida en el Calvario.
I. La Sangre del Cordero inmaculado fue ofrecida en la cruz, dice el Angélico Doctor Santo Tomás, para tres fines principales: para tributar a la Divina Majestad el honor infinito que le era debido, tributo que todas las criaturas juntas no eran capaces de ofrecerle; para satisfacer a su justicia divina por todos los ultrajes recibidos de los hombres y dar gracias a su bondad infinita por todas las gracias que se digna concedernos; y en fin, para obtener las demás gracias que son necesarias a nuestra salvación.
Por estos mismos fines viene aún Jesucristo a ponerse todos los días sobre nuestros Sagrados Altares y renueva en el tremendo sacrificio la ofrenda que de su Sangre Preciosa hizo en el Calvario. Y de aquí puede cada uno comprender la excelencia y sublimidad de este Sacrificio que el Sagrado Concilio de Trento llama tesoro escondido, centro de la Religión cristiana, corazón de la devoción, sol de los ejercicios espirituales, misterio inefable que comprende los abismos de la divina caridad; y cuantas veces se celebra este terrible y Santo Sacrificio otras tantas este divino Cordero ofrece su Sangre inestimable a su Eterno Padre después de haberla vertido en el Calvario por nuestra redención, y otras tantas veces se renueva el Sacrificio que ofreció por nosotros en la Cruz.
II. ¿Y cómo se asiste a un tan santo y excelente misterio? ¿Cómo se ofrece de concierto con el sacerdote esta Sangre divina? ¡Ay! ¿Qué de irreverencias, qué de escándalos no se ven en los santos templos en el momento mismo en que se celebra este augusto y terrible misterio? ¡Puede decirse de tantos cristianos presentes a este sacrificio que asisten a él como los hebreos en el Calvario; es decir, para ultrajar a Jesús, para abrir de nuevo sus llagas, para derramar nuevamente su Sangre, y derramarla para su propia condenación en el momento mismo en que debía ofrecerla por su salvación! ¡Oh! ¡Y cómo la Sangre de Jesucristo reprobará esas almas impías y perversas! ¿Nos admiraremos ya de ver al Señor tan irritado?
Vosotras, por lo menos, almas devotas de esta Preciosa Sangre, tratad de reparar las justas venganzas de Dios y ofreced con una fe viva, con una caridad ardiente, esa Sangre de propiciación por vosotros y por tantos desdichados pecadores. Por esa Sangre adorable dad al Padre Eterno el honor que le es debido; por Ella satisfaced a su justicia ultrajada, manifestadle el más afectuoso agradecimiento y obtened la abundancia de sus gracias asistiendo devotamente al Santo Sacrificio del Altar. Que vuestras delicias sean estar con una modestia ejemplar en las iglesias donde se celebre este Sacrificio, como hacían un San Francisco de Borja y un San Carlos Borromeo, el cual decía que su única dicha, su Paraíso sobre la tierra, era estar en la iglesia y asistir al Altar Santo.
COLOQUIO
Reconozco, Jesús mío, el grande amor que habéis manifestado a vuestra Iglesia instituyendo un Sacrificio tan augusto y tan santo, por el cual cada día ofrecéis a vuestro Eterno Padre esa Sangre inestimable que ya habéis ofrecido sobre la Cruz; pero reconozco también la irreverencia con que he asistido a tan santo misterio, y la poca devoción con que he oído hasta ahora la Santa Misa.
¡Ah! ¡Paréceme oír en lo profundo del corazón las justas reconvenciones de vuestra Sangre! Pero no será así en adelante; yo sabré apreciar el tesoro que nos habéis dejado, y no se pasará un día en que yo no os ofrezca esa Sangre uniéndome al sacerdote y uniendo también mi intención a la que Vos mismo habéis tenido, oh Jesús mío, cuando la ofrecisteis en el Altar de la Cruz; os adoraré de lo más de íntimo mi corazón, uniendo mis adoraciones a las de vuestra Santísima Madre, cuando se hallaba en el Calvario, y a las de los Ángeles y de todos los Santos que asisten a vuestro sacrificio.
EJEMPLO
San Homobono vivía en Cremona dedicado al comercio; no solamente no cometía fraudes ni injusticias, sino que su caridad y liberalidad para con los necesitados, le habían hecho merecer el nombre de padre de los pobres. Enteramente entregado a la oración, iba todas las noches a la iglesia de San Gil, y asistía con grande devoción a los Maitines, después de los cuales permanecía durante muchas horas arrodillado delante de una imagen de Jesús crucificado, tan pródigo de su Sangre con nosotros. Venía en seguida el momento de celebrar la Misa y la oía con un recogimiento y una compunción que edificaba a todos los asistentes.
Llegó, en fin, el día en que debía recibir la corona a que era acreedor, fue según costumbre a la iglesia, y después de los maitines y de la oración a los pies de su Señor crucificado se había empezado a celebrar la Misa: en el momento del Gloria in excelsis Deo, se postró y juntó su boca con la tierra sin que llamara la atención, pues que lo tenía de costumbre. Más cuan
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Ardiente
JULIO: MES DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE
7 DE JULIO DE 2021.
El deseo ardiente que tiene Jesucristo de que todas las almas participen de su Sangre Preciosísima.
¡Cuán grande era el deseo que Jesucristo tuvo, durante toda su vida mortal, de derramar su Sangre por la redención del mundo! Y el deseo de que todos nos aprovechemos de Ella es tanto más ardiente cuanto que no todos participan de Ella.
Por ésto, pues, convidándonos a esta fuente de misericordia, nos dice: «Bebed de ésto todos" ; Y abriendo en sus santas llagas cuatro fuentes, como dice San Bernardo, fuente de misericordia, fuente de paz, fuente de devoción, fuente de amor, convida a todas las almas a que vengan a saciarse en ellas.
Y en efecto, ¿Por qué ha instituido los Sacramentos que son como los canales por los cuales se comunican los méritos de esta Sangre Preciosísima? ¿Por qué se ofrece perpetuamente a su Padre Eterno en el Cielo, y quiere cada día ser ofrecido por sus ministros sobre los santos Altares? ¿Por qué en nuestros días ha despertado de una manera tan particular en el corazón de todos los fieles semejante devoción? ¿No se reconoce en ésto el deseo ardiente de su Corazón, de que hacernos ir a todos por los méritos de esa Sangre, de las fuentes sagradas de sus llagas a las aguas de sus gracias?
¡Oh y qué monstruosa ingratitud es el no aprovecharnos, por nuestra negligencia, de un medio de salvación tan eficaz!
COLOQUIO
¡Ah! Jesús mío, que tanto nos amáis; si el pecado vive todavía en nosotros, si somos tibios y negligentes en vuestro servicio, y si nos es dificultoso andar por el sendero de la virtud, toda la falta es nuestra; es porque no venimos al pie de vuestra Cruz para empaparnos en vuestra Preciosísima Sangre; es porque no la aplicamos a nuestras almas; es porque no sabemos valernos de este tesoro inestimable que nos ofrecéis con tanto amor.
Somos miserables en medio de las riquezas; somos pobres en medio de los tesoros de vuestra gracia.
¿Qué más habéis podido hacer por nosotros? Y a pesar de esto, somos ingratos, nada queremos hacer por nosotros y por nuestra salvación. Razón tenéis en decir: ¿Qué más pude hacer por mi viña? Y nosotros, para nuestra confusión podríamos decir: ¿Qué menos podemos hacer por vos?
Vos habéis derramado toda vuestra Sangre, y cada día nos convidáis a que participemos de Ella. Por salvarnos habéis muerto en una Cruz entre agonías y dolores, y nosotros estamos tan obstinados, tan insensibles a vuestras invitaciones, a vuestra Sangre y a vuestra muerte.
Mas no será así en adelante, en cuanto está de nuestra parte, proponemos manifestaros, desde ahora, el más sincero agradecimiento, la más fiel correspondencia, y profesar una afectuosa y constante devoción a vuestra Sangre Santísima; Ella será siempre el objeto de nuestro amor, y de palabra y por obra la haremos adorar de todos.
EJEMPLO
Deteneos hoy algunos instantes delante de una imagen de Jesús crucificado, y con una atención particular, escuchad la voz de su Sangre destilada por cada una de sus llagas; ¿qué os dirá? Os dirá lo que Jesús un día a santa Lutgarda: “Mira, mi amada Lutgarda, cómo mis llagas claman a ti, para que mi Sangre no sea derramada en vano.”
¡Ah! lo que estas llagas gritan por la voz de esa Sangre es que tanta Sangre ha sido vertida en vano y sin fruto para el bien de las almas; lo que claman es que las perlas preciosas de la divinidad han sido arrojadas a animales inmundos, bastante atrevidos para hollar la Sangre del divino Verbo hecho hombre; lo que claman es que ninguno ama al Salvador que cada uno de vosotros tiene impreso sobre su corazón con caracteres de Sangre. Despertad, pues, a esta voz; aplicadles esa Sangre sobre vuestro corazón, y sed agradecidos al que la ha derramado.
JACULATORIA
Eterno Padre, os ofrezco la Sangre de Jesucristo en rescate de mis pecados y por las necesidades de la Iglesia.
INDULGENCIA
El Soberano Pontífice Pío VII concedió cien días de Indulgencia por cada vez que se diga la anterior jaculatoria. Así consta del rescripto que se conserva en los archivos de los Padres Pasionistas de Roma.
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