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El Director de Orquesta (84/101) | LOS 5 PLANOS DIMENSIONALES | Claudio Abbado
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Se puede dirigir desde cinco planos diferentes según las necesidades y posibilidades de la orquesta y de los requerimientos de la obra abordada.
Primer plano dimensional: el del marcaje. La prioridad está en el gesto motor (batimento del compás, marcaje del Auftakt, pulso y sus alteraciones, proporciones, gestos interictus, calderones, cortes de sonido, etc.) y en dar entradas. Esto se sintetiza gran parte de la técnica tradicional. Este plano logra afinación, ensamble, planos sonoros, etc., pero una excelente interpretación requiere otros planos dimensionales.
Segundo plano dimensional: el del sonido, el de los gestos sonoros. El director de orquesta transmite la cualidad del sonido que quiere producir. Incluye la dinámica, articulación, peso sonoro, emisión, ataques, timbre; continuidad y sostenimiento del sonido, flexibilidad, dulzura, empaste; brillo, redondez, color, producción de armónicos, profundidad; proyección, cuerpo, intensidad, equilibrio, vibrato , etc. La belleza del sonido es uno de los objetivos primordiales de todo director.
Tercer plano dimensional: el del fraseo, el de los gestos expresivos que muestran cómo se articula el fraseo melódico, armónico, rítmico, contrapuntístico, tímbrico, y el denominado fraseo estructural que articula y organiza artísticamente los diferentes elementos arquitectónicos de una obra de arte musical (movimientos, secciones, temas, grupos de compases, etc.) y cómo debe expresarse un pasaje. El arte del fraseo musical consiste en la ejecución interpretativa de los signos musicales mediante la aplicación de variaciones de pulso, dinámica, articulación, timbre, carácter, energía, etc. Estas variaciones no están escritas con signos musicales sino que ha de ser el intérprete el que las realice con buen gusto y conocimiento artístico, siempre dentro del contexto estilístico. La interpretación de toda música está sujeta a la aplicación de estas variaciones, sin las cuales la ejecución musical resulta sólo una sucesión de notas. Este plano se desarrolla dentro del sentido de direccionalidad temporal de toda obra musical en la que todo evento está condicionado por su origen, su presente, y por su devenir potencial. Los gestos expresivos que posibilitan el fraseo melódico, rítmico y estructural han de tener en cuenta estos factores temporales los cuales permitirán al director ofrecer el sentido musical apropiado a cada elemento sonoro.
Cuarto plano dimensional: el de la energía, de los gestos energéticos que manejan las energías expansiva, compresiva, estática, potencial, etc., aplicadas a los diferentes pasajes y eventos de una obra interpretada, según su carácter, dinámica, rítmica, articulación, fraseo, estructura, etc., y según su posición en la forma musical (introducción, puente, enlace, exposición, reexposición, coda, etc.). La energía –según su tipo- se emplea para desarrollar, crecer, replegar, decrecer, mantener la estabilidad; crear tensión, estados emocionales y psicológicos; condensar, acumular y liberar tensión, etc.
Quinto plano dimensional: el del espíritu. El director transforma las notas en emoción pura, en la máxima expresión del espíritu; se muestra la esencia íntima de la obra de arte musical. En este plano se marca para para mostrar qué imagen, ambiente, situación, estado anímico o psicológico, intención, etc., se esconde tras las notas.
Para poder expresar el espíritu de la música es conditio sine qua non que el director y la orquesta no sólo conozcan la partitura sino que la dominen. Superar el vínculo material de la partitura es el previo para poder dirigir y tocar. Es tener resuelto –mediante el estudio previo y los ensayos- el significado de la notación, la comprensión de la forma, la percepción de las relaciones tonales, la orquestación, el marcaje de los compases, la resolución de los calderones, las entradas, los matices, los planos sonoros, la textura, etcétera. En segundo lugar tiene que haber una predisposición por parte de la orquesta y el director en la que todo el mundo esté trabajando en pro de la música, que todos vayan de la mano sabiendo que tienen como objetivo hacer buena música, dar lo mejor de cada uno. En tercer lugar –y lo más importante- la interpretación musical debe unir al director, a los intérpretes y a los oyentes con la vida misma.
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