La historia del ser humano, en cierta manera, es la historia de sus viajes o, mejor dicho, de cómo la mejora de la forma de viajar ha ayudado a la evolución social y humana. El sextante abrió a una nueva dimensión la exploración durante los viajes.
Un sextante es un instrumento óptico de navegación que se utiliza para establecer la posición mediante la medida de la altura de las estrellas desde el horizonte. Sirve para medir la distancia angular entre dos objetos, tales como dos puntos de la costa o un astro y el horizonte.
El principio de este invento fue la rueda dentada de Arquímedes, diseñada en el siglo II a.C. y fue hasta el siglo XVI que Leonardo Da Vinci retoma esa base para crear varias ruedas dentadas que en conjunto forman el engranaje, un mecanismo para generar movimientos de herramientas grandes y complejas, lo que después llamarían máquinas.
Sobre él se ha levantado la civilización. Los romanos lo inventaron y desde entonces se ha convertido en esencial para la construcción de edificios e infraestructuras.
Desde la antigüedad se emplearon pastas y morteros elaborados con arcilla o greda, yeso y cal para unir mampuestos en las edificaciones. El cemento se empezó a utilizar en la Antigua Grecia utilizando tobas volcánicas extraídas de la isla de Santorini, los primeros cementos naturales.
El fuego fue conocido por el hombre casi 500.000 años antes de Cristo. En sus comienzos, el mayor problema era cuidar ese fuego que llevaban a las aldeas y mantenerlo encendido. En Roma existió la orden sacerdotal de las vestales que cuidaban del fuego sagrado.
Si una vestal dejaba apagar el fuego sagrado era sepultada viva en castigo. El primer método de encendido suponen que fue el del frotamiento de una punta de palo seco sobre un mismo punto de una madera seca. Otro similar consistía en frotar una liana en una ranura efectuada en la madera. El más común fue el de rotación de una punta de palo sobre una madera. También se logró encender mediante chispas producidas con piedras que contengan piritas de hierro. Además del encendido, se debió resolver el problema de dónde encender y conservar el fuego: sobre piedras, en cavernas, enterrado en un pozo, enterrado en un hueco revestido con piedras. Hubo que esperar hasta 1827 ó 1832, para lograr disponer de un invento como los fósforos, para lograr un encendido fácil.
Al mantener las fogatas, obtenían calor en los crudos inviernos. El fuego y el humo de sus fogatas le sirvieron para efectuar las primeras comunicaciones. Se servían de las llamas como armas en las luchas y cacerías.
Cambió el curso de la pintura, también de la cultura y de la forma en la que vemos y representamos tanto el mundo como a nosotros. Esencial durante finales del siglo XIX y a lo largo del XX en un sentido. Ahora, con la telefonía móvil, la fotografía es cosa de todos. Por eso hay quien asegura que ya no existe como tal.
Se basó en la invención del daguerrotipo, que consiste en la obtención de una imagen sobre una superficie de plata pulida. El 19 de agosto fue elegido como el Día Mundial de la Fotografía porque ese mismo día, en el año 1839, el daguerrotipo fue establecido como la primera práctica del proceso fotográfico y el gobierno francés anunció que la fotografía había sido inventada en la ciudad de París.
El instrumento de orientación que ayudó a descubrir continentes y lugares inexplorados, ahí recae la importancia del invento de la brújula, que sirve para señalar el norte magnético de la Tierra.
El lugar donde se inventó la brújula es China. ¿Cuándo? se sabe que en el siglo IX pero no se sabe con precisión. Las primeras brújulas eran hechas con una aguja imantada flotando en una vasija con agua, luego para reducir su tamaño y uso se cambió la vasija de agua por un eje rotatorio, añadiendo la “rosa de los vientos”, la cual sirve de guía para calcular direcciones.
Cuando entró la brújula a Europa en el Renacimiento durante el siglo XIV, los europeos pensaban que se trataba de una brujería, por eso la llamaron brújula, diminutivo de bruja. Hasta mediados del siglo XIX, en Europa seguían creyendo que la aguja de la brújula apuntaba al Norte porque ahí había una gigantesca montaña de hierro o magnetita en medio de una isla imaginaria que la llamaron Rupes Nigra, y que era esto lo que atraía uno de los lados de la aguja.
La comunicación siempre ha sido la clave del éxito, desde las guerras hasta las relaciones. La comparación entre los teléfonos celulares actuales, que ofrecen una comunicación instantánea e ilimitada y el proceso antiguo del papel y la lapicera no es más que increíble. Estos teléfonos no sólo son buenos para las llamadas, sino que también ofrecen un verdadero banquete de acceso informático en la punta de tus dedos.
Sin duda, la excavación petrolera es uno de los inventos que cambió el mundo por completo. A través de ella se cambió las fuentes de energía y, como consecuencia, la economía mundial y el clima.
Los primeros pozos petroleros se perforaban mediante percusión, martillando una herramienta sujeta a un cable. Poco tiempo después las herramientas de cables fueron substituidas por la perforación rotatoria, que permitía perforar a mayor profundidad y en menor tiempo. En 1989 se alcanzó un récord en el pozo Kola Borehole al norte de Rusia, que alcanzó 12.262 m de profundidad, usando un motor de perforación no rotatoria en el fango.
Hasta 1970 la mayoría de los pozos petroleros se perforaban verticalmente (aunque la diferente litología y las imperfecciones mecánicas causaban que la mayoría de los pozos se desviaran, por lo menos levemente de la vertical). Sin embargo, las tecnologías modernas de perforación direccional permiten perforar pozos marcadamente oblicuos y hasta con tramos horizontales, los que pueden llegar a gran profundidad. Esta posibilidad es importante ya que los yacimientos en rocas que contienen hidrocarburos son normalmente horizontales o semihorizontales, por lo que un pozo taladrado horizontalmente logra una mayor superficie en producción que uno hecho verticalmente, lo que implica una mayor productividad. El uso de la perforación desviada u horizontal también ha permitido alcanzar depósitos a kilómetros o millas de distancia de la perforación y ha hecho posible la explotación de yacimientos de hidrocarburos situados debajo de sitios en los cuales es muy difícil colocar una plataforma de perforación o bajo áreas ambientalmente sensibles, urbanizadas o pobladas.
Base de la llamada medicina preventiva, y a la que todavía mucha población no tiene acceso. A lo largo de los años, se puede asegurar que ha salvado innumerables vidas.
Entre los años 1300 y 1700, se estima que en Europa había muerto casi el 50% de la población por agentes virales de sarampión, fiebre amarilla y viruela. Hacia el siglo XVIII, Edward Jenner, médico y científico británico, introdujo el concepto de vacunación. Jenner notó que los ordeñadores de vacas a menudo desarrollaban pústulas similares a las que producía el virus de la viruela y que las contraían mediante la exposición continua a las ubres de la vaca, pues estas pústulas se presentaban también con frecuencia en ellas. Él notó que los ordeñadores no se enfermaban con el virus de la viruela durante los grandes brotes de la enfermedad, por lo que dedujo que, a través de las pústulas, desarrollaban cierta protección. Jenner extrajo material de las pústulas de la vaca para después inyectarlo en el brazo de un niño de 8 años. Poco después, durante un brote infeccioso de viruela, expuso intencionalmente a este niño con el material obtenido y encontró que la enfermedad no se había desarrollado. Aún cuando ya había reportes en Europa de la protección a través de la “viruela de la vaca”, no fue sino hasta el trabajo publicado por Jenner que se demostró su eficiencia contra la viruela humana. Hoy en día se sabe que las pústulas de la vaca son producidas por un virus casi idéntico al virus de la viruela, sin embargo, en el humano este virus sólo genera un malestar menor y produce una respuesta inmune o de protección contra la viruela. El virus se conoce como Vaccinia, el cual ha derivado en el nombre de vacuna (Abbas AK, 2010). Éste es quizá el ejemplo más exitoso del uso de vacunas en la historia de la humanidad y el comienzo de nuevos desarrollos científicos basados en tal estrategia.
El motor de vapor fue esencial, tanto como su eliminación cuando se creó este motor que convierte el aire y el combustible en energía.
Hoy en día casi todos los vehículos están movidos por una u otra versión del motor de combustión interna de cuatro tiempos patentado en 1876 por Nikolaus Otto. Aprovechó este los descubrimientos de Sadi Carnot, quien en 1824 demostró que el rendimiento de un motor depende críticamente de la diferencias de temperatura entre una «fuente» de energía, o foco caliente, y un «sumidero», o foco frío. El motor de cuatro tiempos comprime una mezcla de aire y combustible (aire carburado) y la enciende mediante una chispa, creando así una fugaz pero intensa fuente de calor, cuyo rendimiento aún no ha sido igualado.
Hay quienes creen que este ingenio es un anacronismo, un vestigio peligrosamente anticuado de un mundo que suponía que el petróleo era inagotable y el clima estable. La mejor esperanza para desplazar el motor de combustión interna es el motor eléctrico alimentado por un acumulador de energía como son las baterías químicas o las células de combustible alimentadas por hidrógeno. Lo que muchos olvidan es que los vehículos eléctricos ya tuvieron su ocasión; de hecho, a finales del siglo XIX y comienzos del XX eran mucho más populares que los de gasolina. Eran capaces de funcionar todo el día con una sola carga y transportar un conductor por toda la ciudad. No necesitaban manivela de arranque y no tenían cambio de marchas, características estas que hacían que los vehículos de gasolina de la época fueran tan agradables de usar como una retroexcavadora.
Los vehículos eléctricos, empero, eran más adecuados al mundo del siglo XIX que al del siglo XX. Funcionaban todo el día con una carga porque el límite de velocidad estaba fijado entre 12 y 20 kilómetros por hora para adaptarse a los carruajes de tracción animal. Cuando, tras la I Guerra mundial, aumentaron los límites de velocidad y se hicieron habituales los desplazamientos entre poblaciones, los vehículos de gasolina empezaron a dominar el mercado.
Desde entonces, los fabricantes han invertido incontables millardos para aumentar el rendimiento de los motores de cuatro tiempos. Hasta que los coches eléctricos sobrepasen en potencia y autonomía a los de gasolina, el motor de combustión interna prolongará su ya largo reinado.